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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Sueño.

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  Lo soñé buscándome.   Las preguntas son inútiles cuando se trata de sueños: no hay lógica que ayude, no hay quien dé una dirección precisa.  Las personas que se cruzaban en mi camino me decían una y mil veces que él me estaba buscando.    Sentí que algo muy grande estallaba en mi pecho. Era felicidad pero también era miedo.    Y el miedo fue mayor conforme caminaba por calles que no conocía. Más y más extraños me repetían aquellas palabras que se clavaron en mi cerebro: "Te está buscando, te está buscando".    Él no me encontró en mi sueño.   Desperté con algo alojado en mi pecho. Sé que era miedo y era, sin duda, cierta especie de desasosiego.   No pude evitar que su recuerdo se pegara a mi sombra.  Mi consciencia quedó perdida en alguna parte entre aquella búsqueda y el hueco,  irremediable, que ha dejado su ausencia. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Reflexiones en días de lluvia.

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    Me gustan los días en que la lluvia cae ligera, me refiero a ese tipo de lluvia que permite andar sin necesidad de apresurar el paso.   Me gusta el olor a tierra mojada. Me gusta observar esas pequeñas gotas que se van alojando en las hojas y flores de mi jardín.   Me gustan los días en que la lluvia se presenta de esta manera porque parece que la ciudad está en pausa, como si se moviera a un ritmo distinto.   Y aquí, en medio del frío y la humedad que se respira, tengo tiempo para reflexionar.   Algún día contaré mi descenso a los infiernos y cómo salí de ahí. Mi piel guarda las cicatrices de esa experiencia y mi alma, como la de todos, no es impoluta.   Conocer y enfrentar a los propios demonios y fantasmas para salir de los infiernos es un proceso largo, muy doloroso. Aprendí que cuando se conocen a los demonios y los fantasmas, es más sencillo hacerles frente.    Es mentira que todos los días son maravillosos, que la vida es eternamen...

Anécdotas de mi infancia. La trágica pero verdadera historia de una Barbie y un Ken.

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   A muy corta edad aprendí una de las cosas más importantes en esta vida.   Todo comenzó un Día de Reyes. Me desperté con la emoción de encontrar lo que habían dejado para mí bajo el árbol de Navidad.    Aquella mañana descubrí a una muñeca Barbie, la única que tuve en mi infancia. Ella vestía un traje azul para hacer aeróbicos, tenía una maleta para guardar sus cosas del gimnasio y llevaba zapatillas tipo ballet color rosa. Era una muñeca de vestuario sencillo pero los Reyes Magos también dejaron todo tipo de vestidos para  cambiar la ropa a mi muñeca.    Puedo decir, con total sinceridad, que fui muy feliz con esa Barbie ya que ella tuvo (sí, hablo de mi muñeca) toda clase de ropa y accesorios que se puedan imaginar: vestidos, bolsas, sombreros, lentes, zapatos, aretes, collares, perfumes, pulseras, relojes y un largo etcétera. Aquellos eran accesorios que hoy llaman “réplicas” o ropa “genérica” pero ¿acaso creen que eso le importaba a una niña...

Espectador.

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   -¿Tienes una moneda?      Husmeo en mis bolsillos buscando una.      Acto seguido, se va a la antigua rocola y elige la canción. Me doy cuenta de que esa pregunta no fue para mí.   La pieza comienza a tocar.  Y aquí me tiene: escuchando nuevamente los cinco minutos y cincuenta y siete segundos de música y voz que dura la melodía.   Si la intención es que no escuche la pelea que se viene desarrollando desde hace más de cinco repeticiones de aquella canción, no lo ha logrado. La verdad es que mi morbo está gozando al escuchar sus reclamos y suposiciones.  Los murmullos comienzan al mismo tiempo que las miradas se tornan entre incómodas, curiosas, insistentes e indiscretas.   Termina aquella maravillosa escena en la que ambos han gritado y perdieron el juicio. Me pregunto si se darán cuenta de que su relación está viviendo horas extras.   Vuelvo a mi asunto. Apago el cigarrillo y bebo el último trago de mi cerveza ant...

Ángeles desaparecidos.

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  Vine buscando un respiro lejos del caos de la ciudad y descubrí que las noches en Puebla son muy frías.    Llegué con la idea de encontrar ángeles paseando al lado de simples mortales, caminando con túnicas y mostrando sus alas de plumas blancas y doradas. Quizá no me los he topado porque tengo la idea equivocada sobre cómo luce un ángel.   A pesar de lo que se dice sobre esta ciudad, no he visto a ninguno de esos seres etéreos. Supongo que debo conformarme con lo que hay: simples mortales que caminamos con la duda, con la costumbre, con los rituales, con la ausencia o la indiferencia. Los más afortunados también caminamos con esperanza e ilusión, las guardamos para mantener tibio a nuestro corazón en estas noches frías.    Así, desconocidos unos de otros, vagamos por la ciudad. Vagamos habitando un cuerpo y, con previo o nulo conocimiento, vamos escribiendo la historia de nuestra existencia.   No hay ángeles por aquí. Quizá venga a visitarme alguno...

Fabio.

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  El mar de Portugal es uno de los más bonitos del mundo.   Deseo retener en mi memoria este instante.  Fabio se zambulle en las aguas, lo observo nadar tan cómodo que no dudo que ese sea su elemento. Quizá, en otra vida, fue un pescador muy hábil. Lo imagino saliendo al amanecer y volviendo con los últimos rayos del sol mientras que yo, su esposa, aguardaba su regreso tal y como lo hago en este momento.   Pienso en nuestra vida juntos mientras observo el pequeño castillo de arena que construimos al llegar.   Hemos tenido nuestros encuentros y desencuentros. Es normal, no tenemos una mirada exacta sobre la vida pues las miradas poseen muchas lecturas y perspectivas.   Y aquí estamos, con todo este amor construido con cada sol y con cada luna.   Si pudiera, guardaría un poquito del sol de este día para saborearlo lentamente, para tenerlo a la mano en las noches de invierno que todavía están por llegar.   Sonrío. Estoy agradecida por tanto y por tod...

Mis otras vidas.

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  Poco a poco voy comprendiendo lo que me pasa en esta vida.    He tenido otras vidas, eso es seguro, lo que desconozco es cuántas muertes llevo acumuladas hasta este momento. Dicho de otra forma, no sé en cuántas vidas te he amado y en cuántas otras ni siquiera te he encontrado.   Soy privilegiada, supongo, porque tengo ese recuerdo de mi amor por ti en mis vidas anteriores.     Quizá sea que te olvidaste de mí, que al nacer en esta vida te olvidaste de todo. Y yo, que te recuerdo, no puedo explicarte que me conociste en vidas pasadas y dejamos inconclusa nuestra relación al morir.   Me he vuelto invisible, llevo con dignidad mi inexistencia porque es más cómodo hacer de cuenta que nada ocurre.    Y apago mi alma, olvido de repente, mantengo cerrados mis ojos, escribo sobre mis sueños, me burlo de mis andanzas, me río ante el espejo.   Intento olvidar esas otras vidas y finjo que perdí mi memoria con la muerte. Texto: Kena Rosas. ©Todos...

Brújula.

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  Intento trazar caminos, descubrir mapas, anotar direcciones. Necesito un balance antes de perder el compás que ya ha fallado al señalar el Norte.   Intento, con todas mis fuerzas, conseguir un equilibrio entre el silencio y el ruido de los días. Necesito moderar los pensamientos que, en medio de este mar, añoran tu presencia.   Navego por lugares donde tus fotos me recuerdan tu temple. Tu amor no deja de reflejarse entre el horizonte y mi mirada.  Respiro, navego por los lugares que recuerdan mi viveza. Así, despacio, voy descubriendo y mostrándote las rutas que recorren mi mundo.  En unas horas caerá la noche y nos parecerá que está hecha de hielo.    Pienso que en este momento no existe algo más importante que saber que aún tenemos este día.    El sol, mientras tanto, brilla bailando con las olas.   Respiro, navego, te pienso. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

En el centro del universo. Una anécdota acerca de los orígenes, la comunicación, el tiempo y el amor.

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 Hace tiempo estuve en el estudio de grabación que montó un amigo en su casa, era la primera vez que entraba a un estudio después de mucho tiempo.    Yo llamo a esos lugares como "centros del universo" pues en ellos ocurre algo mágico. Si te encierras y te quedas a oscuras, si te recuestas en el piso y escuchas solamente el sonido de la estática, parecerá que regresaste al útero. Es como volver a los inicios, el ambiente es tibio y parece que se está viviendo en un sueño. Lo trágico viene a la hora de regresar a la realidad pues, sin exagerar, es un alumbramiento bastante accidentado.   En mi ida a ese oscuro universo tuve tiempo para renacer. Comprendí que una parte fundamental de la naturaleza humana tiene que ver con la capacidad de comunicación.   Sigo pensando que una carencia en el idioma radica en que, desgraciadamente, no hay quien enseñe a leer y escribir con gestos, con miradas, a ver entre líneas y quitar el misterio de sintaxis distintas.  ...

Contigo... Conmigo...

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       Unos brazos que me tomen, que me abracen y me mantengan cerca de su cuerpo.   Unos labios que tarareen una canción de cuna, un corazón que palpite junto al mío.   Cerrar los ojos, perderme en los latidos.   Ser parte de esos brazos, esos labios, esa palpitación, esa calma y ese deseo.   Sin hablar, sin preguntar. Permaneciendo en silencio.  Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Tony.

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    Tony perdió el camino. Ocurrió durante la mudanza del hormiguero hacia su nuevo hogar. La Reina, como era de esperarse, ya se encontraba instalada en sus nuevos aposentos y era custodiada por sus más fieles soldados. El resto de la colonia, era vigilada muy atentamente por el regimiento especializado en mudanzas.     Aquél era un largo desfile conformado por zánganos, obreras y nanas que transportaban, lo más gentilmente posible, los huevecillos, larvas y pupas directo a su nuevo hogar.   Desde hacía un rato, el cielo retumbaba anunciando que pronto llegaría la lluvia. Repentinamente, al caer furiosamente una gota, la fila interminable de hormigas entró en pánico.   Las primeras en apresurar el paso fueron las nanas cuya carga valiosa no podían perder. Daba igual que las obreras terminaran aplastadas o perdiendo las reservas de comida que llevaban a cuestas.  Entre la confusión, tropezones y empujones, Tony quedó debajo de la estampida. Se arrastró...

Mantras.

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    Repito mentalmente, como si se tratara de mantras místicos, preguntas que de tanto repasarlas pierden su más profundo sentido.   Esto es lo que pasa cuando en mi piel se ha instalado el recuerdo de la vida que tenía contigo.    Hoy, que el día parece de invierno y las nubes grises son de lluvia contenida, pienso en ti.    La añoranza se acurruca en mi pecho. Y entonces deseo tu toque, deseo la tibieza de tu cuerpo junto al mío debajo del edredón de nuestra cama.    Reímos, charlamos, nos comemos a besos y hacemos el amor mientras la lluvia ha comenzado a caer sobre la ciudad. No tenemos prisa.   Me encuentro inmersa en ese trance. No existe algo más fuerte que mi deseo por permanecer ahí.   Nos sueño, nos miro, nos imagino.   Eres eterno. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Llamadas.

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  Había olvidado el sonido de tu voz. De repente, ahí, los recuerdos se agolparon tras la primera palabra seguidos de una sensación de escalofrío en mi cuerpo.   No sabía cuánto tiempo había pasado desde aquellos días contigo en Nueva York, de esas noches sin dormir, de la risa y el encanto de quienes se saben enamorados.   Desde entonces, la vida nos cambió. La rutina, las obligaciones, el día a día hicieron que tuviera oculta tu presencia, guardada en donde no doliera recordarte. Y ahí, de pronto, con una palabra parecía que volvías a derribar mis muros.   Hemos cambiado, yo he cambiado.   La diferencia entre ésta y la última vez que escuché tu voz es simple: hay alguien más en mi vida. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Días silenciosos.

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  Cada uno de nosotros poseemos un lugar de calma que nos proporciona refugio del caos exterior. De ese lugar y ese silencio disfrutable ha nacido esta aventura.  Aquí quedarán guardadas pequeñas reflexiones, anécdotas propias y prestadas, mapas de lo que sueño, micro relatos y, quizá, alguna historia nacida entre lo real y lo imaginado.   Hablaré de todo lo que me gusta, de lo que me inspira y me conforma. Hablaré de todo aquello que surge del silencio, silencio que busco y encuentro en algún momento de cada día.   Salvo que indique lo contrario, las imágenes que acompañan estos textos son sacadas de la red. Todo lo demás, me pertenece.   Bienvenidos a mi patio de juegos.