Mantras.

 

  Repito mentalmente, como si se tratara de mantras místicos, preguntas que de tanto repasarlas pierden su más profundo sentido.

  Esto es lo que pasa cuando en mi piel se ha instalado el recuerdo de la vida que tenía contigo. 

  Hoy, que el día parece de invierno y las nubes grises son de lluvia contenida, pienso en ti.

   La añoranza se acurruca en mi pecho. Y entonces deseo tu toque, deseo la tibieza de tu cuerpo junto al mío debajo del edredón de nuestra cama. 

  Reímos, charlamos, nos comemos a besos y hacemos el amor mientras la lluvia ha comenzado a caer sobre la ciudad. No tenemos prisa.

  Me encuentro inmersa en ese trance. No existe algo más fuerte que mi deseo por permanecer ahí.

  Nos sueño, nos miro, nos imagino.

  Eres eterno.


Texto: Kena Rosas.

©Todos los derechos reservados.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El segundo ciclo.

Soles.

Lo eterno.