Fabio.

  El mar de Portugal es uno de los más bonitos del mundo.

  Deseo retener en mi memoria este instante.

 Fabio se zambulle en las aguas, lo observo nadar tan cómodo que no dudo que ese sea su elemento. Quizá, en otra vida, fue un pescador muy hábil. Lo imagino saliendo al amanecer y volviendo con los últimos rayos del sol mientras que yo, su esposa, aguardaba su regreso tal y como lo hago en este momento.

  Pienso en nuestra vida juntos mientras observo el pequeño castillo de arena que construimos al llegar.

  Hemos tenido nuestros encuentros y desencuentros. Es normal, no tenemos una mirada exacta sobre la vida pues las miradas poseen muchas lecturas y perspectivas.

  Y aquí estamos, con todo este amor construido con cada sol y con cada luna.

  Si pudiera, guardaría un poquito del sol de este día para saborearlo lentamente, para tenerlo a la mano en las noches de invierno que todavía están por llegar.

  Sonrío. Estoy agradecida por tanto y por todo. Sonrío al saber que Fabio y yo viviremos cada una de las estaciones del año. 

  Pronto llegarán las noches de invierno, me acurrucaré en los brazos de Fabio. Hablaremos de este día, de nuestro castillo de arena, de este pedacito de sol atesorado. 

  Hablaremos de todo y de nada, hasta que los párpados nos pesen, hasta que la vida pase, hasta hundirnos en el más profundo sueño.



Texto: Kena Rosas.

©Todos los derechos reservados.


Comentarios

  1. Vivir cada estación del año, cada sensación según su clima y su tiempo.
    👏

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