Huellas.

Me acerqué al sol como Ícaro y la cera de mis alas también se derritió. Nadie se esperaba que sobreviviera a la caída y uniera cada fragmento de lo que quedaba de mí. Fui reconstruyendo con paciencia cada parte, muy lentamente. La esperanza que pensé perdida no me había abandonado. Ella resurgió para levantarme. Hoy, con la distancia que proporciona el tiempo, descubro que no deseo borrar las huellas que dejaron marcas sobre mi cuerpo. A las cicatrices también hay que cuidarlas. Ellas son un mapa, el recuerdo del camino que no estoy dispuesta a recorrer de nuevo. Mis alas ya no están hechas de plumas y cera. Fortalecida, levanto nuevamente el vuelo. He retirado las nubes grises que estorbaban. Sonrío porque el cielo es más azul. Al fin he logrado conquistar mis tormentas. Fotografía y texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.