Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2020

Huellas.

Imagen
  Me acerqué al sol como Ícaro y la cera de mis alas también se derritió.   Nadie se esperaba que sobreviviera a la caída y uniera cada fragmento de lo que quedaba de mí.    Fui reconstruyendo con paciencia cada parte, muy lentamente.    La esperanza que pensé perdida no me había abandonado. Ella resurgió para levantarme.    Hoy, con la distancia que proporciona el tiempo, descubro que no deseo borrar las huellas que dejaron marcas sobre mi cuerpo.   A las cicatrices también hay que cuidarlas. Ellas son un mapa, el recuerdo del camino que no estoy dispuesta a recorrer de nuevo.   Mis alas ya no están hechas de plumas y cera.   Fortalecida, levanto nuevamente el vuelo.   He retirado las nubes grises que estorbaban. Sonrío porque el cielo es más azul.      Al fin he logrado conquistar mis tormentas. Fotografía y texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.  

Reflexiones otoñales.

Imagen
    El caer de las hojas me recuerda al ciclo de la vida. Los más poéticos dirán que la Madre Naturaleza llora mientras los árboles se van quedando desnudos. Para mí, es la época en la que todo comienza a prepararse para la primavera.   Este año ha estado lleno de todo tipo de emociones y ahora que es otoño, los paisajes adquieren un tono más melancólico.   Quizá sea que me invade la incertidumbre y, aunque las casas pronto se llenarán de altares y ofrendas, no deseamos hablar sobre la gente que muere cada día. La muerte es un tema tabú del que no se habla pese a nuestras tradiciones de Día de Muertos.   Esta festividad siempre invita a una reflexión profunda pero, en mi caso, 2020 me ha obligado a pensar e intentar resolver preguntas esenciales desde hace varios meses.   Antes de abril, no pensaba mucho en ese final que un día me llevará unos palmos bajo el suelo aunque, confieso, llevo muchos años pensando y leyendo sobre lo que existe "más allá".   ...

Miedos y desapariciones. Segunda parte.

Imagen
    Uno puede ayudar a que alguien acabe con sus miedos, pero uno no puede enfrentar los miedos en nombre de alguien más.    En estos días me siento susceptible pues han desaparecido de mi vida, en un lapso más o menos corto, familiares, amigos e intensos afectos. Unos murieron y otros se fueron distanciando, quizá un poco extrañados de haberme querido alguna vez.   Nunca ha sido sencillo hacer una lista de desapariciones pues, para hacerla, se debe aceptar primero la pérdida.    En esa lista de desapariciones descubrí que lo que consumió a Fara fue lo mismo que consumió a familiares, amigos y amores. Lo que los mató o los alejó no fue accidental.    El alcoholismo o un infarto prematuro parecen fáciles de explicar cuando se ignora que existe un motor interno que los alimenta. Ese mismo motor, esa energía que los consume y desgasta, es también lo que alejó de mi vida a esos grandes afectos. Su miedo fue más profundo que la resonancia que yo e...

Miedos y desapariciones. Parte uno.

Imagen
    Soy una persona de perros, esos seres me han acompañado desde mi niñez. Cuando se tiene un perro se forma un vínculo especial con él. Existe una comunicación entre especies que cuesta describir pero está presente. Ese afecto es difícil de explicar para los que no sienten afinidad con los animales de compañía.    Durante la historia de mi vida me han acompañado varios perros a los que he amado profundamente pero con Fara tuve una conexión especial.   Ella era una perrita blanca, de talla mediana, que desde el primer instante me eligió por sobre el resto de la familia.    Fara llegó siendo una cachorrita y con el tiempo fue desarrollando un miedo terrible al sonido de los cohetones. Cada septiembre comienza la pesadilla pues en cualquier momento del día, y a la menor provocación, se escucha la explosión de palomas, brujas, cohetes y fuegos de artificio en general. Esa pesadilla termina en enero, poco después de la llegada de los Reyes Magos.   C...

Sobre letras, libros y almas.

Imagen
  Las palabras tienen magia, eso es evidente. No es un secreto que un autor deja, detrás de cada historia, un poco de sí mismo.   De muy pequeña, hablo de la tierna edad de cuatro años, mi madre, con toda su sabiduría, decidió abrir las puertas a algo que yo desconocía: la lectura. Ella me enseñó a leer y escribir.   Recuerdo mis cuadernos de escritura y muchas páginas llenas de letras de un tamaño enorme e irregular. Esas letras que parecían existir al azar, poco a poco, comenzaron a formar palabras que pronto se convirtieron en oraciones. Fue en ese momento cuando accedí a un mundo que no ha dejado de sorprenderme.   Mis padres me llevaban una vez por mes a una librería que hoy ya no existe. En ella, de entre todo el universo de estantes abarrotados con todo tipo de escritos, elegía libremente los libros que deseara llevarme a casa. Tuve la fortuna de comenzar, así de joven, a formar mi biblioteca.   Mis primeras lecturas, claro, fueron historias infantiles ll...

La sabiduría de los gorriones.

Imagen
  El otoño es mi estación favorita y octubre es el mes que espero con más ilusión cada año. No sé si sea por sus lunas o porque en ese mes ocurre verdadera magia.   En octubre las hojas comienzan a caer indicando que el ciclo de la vida continúa y que será en primavera cuando regresen las hojas verdes.    Otoño es la estación del año en que se levantan las cosechas de maíz y frijol, ambos profundamente representativos de nuestra cultura y herencia prehispánica.   Con octubre también comienza a llegar el frío como un pequeño adelanto de lo que nos espera en invierno. Y es en este mes cuando los gorriones, poco a poco, abandonan la ciudad.   La fauna urbana no deja de sorprenderme. No me gustan las aves que permanecen enjauladas. Disfruto de la presencia y libertad de tortolitas, golondrinas, palomas, colibríes y, por supuesto, de los gorriones que alegran las mañanas con su canto.   La Naturaleza demuestra su poder al crear vida en medio de una ...

Evgeni.

Imagen
      Aún queda el eco de esos días, con sus recuerdos blancos de frío y nieve. Días que se posan, irónicamente, tibios y cercanos sobre mi piel.   Me invade la nostalgia de tu sonrisa, de tu andar venturoso por las calles de San Petersburgo.    Evgeni, ya no hay palabras. Hoy me siento incapaz de responderte. ¿Qué más puedo decir a alguien que ha dejado claro que no ama fácilmente?   Lo sé con certeza: No estaré, no aguardaré.   No volverás a posar tus ojos sobre mí.   Nuestra tragedia, querido mío, es que hace mucho convertimos nuestros corazones en piedra. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

El clamor de los fantasmas.

Imagen
 Hoy es una de esas veces en que los fantasmas salen y hacen ruido, aparecen de repente. Sus voces casi siempre engañan, confunden y traen a la mente todas aquellas cosas que fueron y que ya no son.   Son fantasmas cuyo objetivo es ser alimentados de añoranzas y recuerdos, de días que pretenden parecer más luminosos que los que vivo.    No, ellos se equivocan. No todos los días del pasado son mejores.   Esos fantasmas se empeñan en hacerme creer que aún poseen vida. Nadie les ha dicho que ya no me asustan.   Su ingenuidad me hace sonreír. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Viajes.

Imagen
   Viajero del mundo, coleccionista de sitios, contador de historias.    Fingimos todo lo que podemos.   Nadie más sabe de esa mirada tuya que se ha quedado aquí, conmigo. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Un día.

Imagen
  El olor de tu piel se diluyó con agua tibia. La memoria de mi cuerpo, en cambio, sigue sintiendo tu cercanía, tu toque en cada caricia.   Mi memoria es incapaz de olvidar tu voz, llamándome.    Y mientras mi cuerpo y mi mente me sacuden, tú duermes profundamente entre las sábanas revueltas.   Nos encontramos muy temprano en esta vida. Fuimos jóvenes, tontos, inexpertos e idealistas.    Esta misma vida, que nos ha trazado historias, se ha encargado de hacer del pasado este nuevo presente. Hoy somos un inicio tangible, deseado.   Hoy somos un día, solamente un día.    Una habitación. La mirada y la memoria de ser los mismos que nos conocimos y, al mismo tiempo, vernos distintos ante el espejo. En la piel llevamos la experiencia que nos han dado los años.    Quizá, ahora que lo pienso, hemos sido domesticados. Somos aquellos cuya visión sobre el amor se desdibujó ante la costumbre del día a día.   Pero hoy, somos tú y yo. ...

Mi ventana al mundo.

Imagen
  Puede parecer imposible en estos tiempos pero, antes de que las pantallas táctiles se volvieran algo normal, mi ventana al mundo era el monitor de una antigua PC.    Durante mucho tiempo habité al otro lado de una pantalla. Ese espacio virtual era como vivir en un lugar en concreto, uno absolutamente personal.    La posibilidad de conocer gente de todas partes del mundo era, en ese entonces, algo sorprendente. Conocí a personas de Argentina, España, Escocia e, incluso, de la lejana Eslovaquia. Con la mayoría de ellas, por fortuna, mantengo la comunicación.   Lo normal, para mí, era ir conociendo a las personas a través del intercambio de correos electrónicos. Las palabras, obviamente, siempre han sido importantes en mi vida.   Sin la inmediatez de las apps de hoy día, ver en la bandeja de entrada la respuesta de una persona querida era el equivalente a recibir una carta.   Y aquí comenzaré a hablar de ÉL y de su magia. Verán, ÉL es alguien a qui...

El lado izquierdo.

Imagen
  Aún no se aleja la luz ni tampoco los necios que se empeñan en no dejarnos solos.   Estamos tú y yo. Me gustaría verte sonreír como lo solías hacer antes de que algo cambiara entre los dos sin siquiera darnos cuenta.   No es necesario que lo menciones, yo lo sé.  Aquí y en este momento termina todo. Ya no hay tiempo para hablar y tampoco hay tiempo para arrepentimientos. Me miras, sabiendo que no cambiará ni un ápice la expresión de mi rostro.  Esta realidad es más terrible que cualquier pesadilla que pude tener o imaginar.    Comienzo a recordar fragmentos de mi vida. Recuerdo las promesas hechas, las palabras perdidas y todos esos sueños que dejamos para un “mejor momento”.   Quisiera pedirte que me lleves lejos de todas esas miradas que no dejan de estar puestas en ti y en mí.   Me miras, sé que todo está perdido. Te acercas lentamente y besas mis labios secos.    Colocas una flor roja en mi cabello. Me miras una vez más, como ...