Sigilo.

 


  Me desarma tu lucidez y el silencio contemplativo que me hace sentir en casa.

  Me envuelve la certeza de que nuestra intimidad no radica solamente en la piel.

  Existes más allá del momento, del pensamiento furtivo y de la acción cotidiana.

  Habitas en la historia, en lo individual y lo compartido. Permaneces en el eco de cada anécdota y en las imágenes que son la evidencia de un momento.

  Me quedo con tu nombre que pronuncio entre líneas y con la sonrisa que se asoma de forma discreta.

  No necesito promesas ni la luz robada de mil soles. Cada día me alimento con el fragmento de la historia que nos refleja. 

  

Texto: Kena Rosas.

©Todos los derechos reservados.

 

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