Habitar.
Hay una infinidad de ideas y sueños que me rondan, pero no he encontrado el momento para dar libertad a las palabras. Quizá es que me he dejado absorber un poco por lo cotidiano o sencillamente me distraigo con suma facilidad.
¿Todo ha sido dicho? ¿Ya no hay sentimientos ni sensaciones sobre las que no se ha escrito antes?
Parece que en el sentido más profundo de algunas palabras, el camino de lo vivido les otorga un significado personal.
Pensando en todas aquellas palabras que aún no he dicho, nuevamente escribo sobre ti.
Deseo con humildad el favor del tiempo para dejar atrás lo que no necesito comprender y alcanzar juntos aquellas primaveras de flores de azahar y olivo.
Quiero apropiarme de las mañanas y noches de café recién hecho mientras encuentro en tu mirada las maravillas que has visto con asombro durante el paso de tus días.
Si es posible reescribir el guión de nuestras vidas, entonces pediría disfrutar infinitamente de tu paz y del silencio de tu comprensión.
Mi vida a veces va entre un mar de calma y tormentas.
Sea en el camino o en el extravío, hay una calidez constante que me habita.
Estás, significas y trasciendes.
Eres mi hogar.
Texto: Kena Rosas.
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