Despertar.
El amanecer golpea de lleno el cristal de la ventana. Los primeros rayos del sol se cuelan a través de la persiana a medio cerrar.
Hace falta más de un esfuerzo para sacudirse la pereza. Abandonar la tibieza de las sábanas y la comodidad de las almohadas no es tarea fácil.
Junto a mí, aún navegando entre sueños, noto tu gesto apacible. Nada, ni siquiera el ruido de la ciudad que despierta, perturba tu descanso.
Mis horas de sueño siguen siendo irregulares, no es raro que antes del amanecer abandone el lecho con tal sutileza que apenas llegas a moverte un poco.
Tu cuerpo, tan amado como el mío, yace tranquilo, ajeno a lo mundano, habitando su propio paraíso.
Al despertar me dirás que has olvidado lo que soñaste, que todo ello te fue confiscado en la frontera entre lo onírico y la realidad.
No importa que no recuerdes o que tu respuesta cada mañana sea la misma de los últimos doce años. Los rituales también tienen su belleza aunque no todos sean capaces de verla.
Deseo silenciosamente que la vida nos otorgue innumerables amaneceres. Y mientras llegan, respiro un nuevo día junto a ti.
Texto: Kena Rosas.
©Todos los derechos reservados.
Com tanta poesia nessas lembranças, evidentemente que a vida vai ser cúmplice para essa felicidade.
ResponderEliminarGrande abraço!
Obrigado por suas lindas palavras. Eu sorrio cada vez que você vem e visita meu blog.
EliminarGrande abraço! 😊
❤🌊❤
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