Do ut des.
No hay marcha atrás cuando se pretende transformar la frustración en argumento.
No existe la esperanza de reciprocidad.
La tristeza de los días posteriores a tu rechazo se transformó en desasosiego.
Entre la confusión y la pérdida, poco a poco, se desvaneció de mis ojos la mirada que tenía posada sobre ti.
Avancé, sin más opción, y casi logré liberarme de tu recuerdo.
Hasta hoy, te confieso, estaba en el olvido el timbre de tu voz.
No puedo, Evgeni, regresar el tiempo.
Texto: Kena Rosas.
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