Do ut des.

 


  No hay marcha atrás cuando se pretende transformar la frustración en argumento. 

  No existe la esperanza de reciprocidad.

  La tristeza de los días posteriores a tu rechazo se transformó en desasosiego.

  Entre la confusión y la pérdida, poco a poco, se desvaneció de mis ojos la mirada que tenía posada sobre ti.

  Avancé, sin más opción, y casi logré liberarme de tu recuerdo. 

  Hasta hoy, te confieso, estaba en el olvido el timbre de tu voz.

  No puedo, Evgeni, regresar el tiempo.



Texto: Kena Rosas.

©Todos los derechos reservados.

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