Resoluciones.
Antes de que mi corazón se convirtiera en gorrión, me volví una "mujer de palabra".
De niña lloraba incontrolablemente cuando sabía que vería al pediatra. La razón no estaba clara para el médico, para mis padres o para mí. No sabíamos el motivo de mi llanto.
Un día, quizá cansada, dije a mi madre que no volvería a llorar al ir con el pediatra. Después de tal decisión, en la siguiente cita médica, todos notaron la ausencia de llanto.
Así, después de haber derramado mil lágrimas, dejé el llanto atrás.
Mi pediatra declaró que yo sería una "mujer de palabra" refiriéndose a que no faltaría a mis promesas. Claro que nadie sabía en ese entonces que tal observación se haría realidad y se convertiría en uno de los pilares de mi existencia: no prometo lo que no estoy dispuesta a cumplir.
Mi problema con las promesas es tender a ser permisiva con las personas que amo... aunque también es verdad que cuando mi paciencia se agota, todo se va esfumando y mi corazón emprende el vuelo.
Mis límites me han enseñado que no estoy dispuesta a ser alguien de quien se pueda abusar.
Evgeni, no me tientes. ¿Qué harás cuando se termine tu suerte?
Texto: Kena Rosas.
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Amar, é uma permissividade eterna. A sorte é uma coisa dos céus, Talvez O Evegni saiba dos riscos e a sua sorte só tenham cores primaveris. Acho que qaundo tu escreve, brinca com quem lê, interessante.
ResponderEliminarAbraço e boa semana.
Gosto da ideia de amor, desejo, sorte e sonhos. Todos eles em equilíbrio. Existente (ou não) por um motivo.
EliminarObrigado por me visitar. Abraço.