Sueño.


  Lo soñé buscándome. 

 Las preguntas son inútiles cuando se trata de sueños: no hay lógica que ayude, no hay quien dé una dirección precisa.

 Las personas que se cruzaban en mi camino me decían una y mil veces que él me estaba buscando. 

  Sentí que algo muy grande estallaba en mi pecho. Era felicidad pero también era miedo. 

  Y el miedo fue mayor conforme caminaba por calles que no conocía. Más y más extraños me repetían aquellas palabras que se clavaron en mi cerebro: "Te está buscando, te está buscando".

   Él no me encontró en mi sueño. 

 Desperté con algo alojado en mi pecho. Sé que era miedo y era, sin duda, cierta especie de desasosiego.

  No pude evitar que su recuerdo se pegara a mi sombra.

 Mi consciencia quedó perdida en alguna parte entre aquella búsqueda y el hueco,  irremediable, que ha dejado su ausencia.



Texto: Kena Rosas.

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