El alma que respira.
.jpeg)
No vi un túnel de luz. No esperaban por mí aquellos amores que he perdido. No vi ancestros y ninguna divinidad tomó mi mano dándome la bienvenida. Lo que experimenté fue una tibieza que me abrazaba de manera protectora. No había preocupaciones ni pensamientos más allá de esa sensación de paz que experimentaba. Me invadió el deseo de no salir de ese estado pues quería permanecer inmersa en ese pequeño capullo que para mí era el universo entero. Al regresar, junto a mi primera bocanada se quedó grabado ese momento de paz infinita que experimenté. Cuando vuelven esos recuerdos también revive la incertidumbre de no saber si aquella experiencia fue solamente la creación de los impulsos eléctricos de mi cerebro frente a la pérdida de los sentidos. Sigo sin saber sobre el misterio de la muerte y tampoco sé si existe el paraíso. En estos meses he experimentado el duelo que deja una pérdida tan profunda como definitiva. ...