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Mostrando entradas de enero, 2022

Reformular.

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    Las ideas que llegan, anhelando o añorando, intentan distraerme para atraparme entre el pasado y el porvenir.   Voy aprendiendo que la vida se alimenta constantemente de momentos que van unidos como cuentas de colores que en conjunto dibujan todo tipo de patrones.   Aquel hilo que sujeta las cuentas puede volver sobre sí mismo, construyendo y deconstruyendo la certeza o incertidumbre de un momento.   El tiempo aconseja a mi corazón y unge con aceites aromáticos y bálsamo a este gorrión para que descanse y se conforten sus heridas.   Mis cicatrices me hacen pensar que el dolor pasado, que me parecía profundo e infinito, no hizo más que mostrarme nuevos caminos.    He comprendido que más allá de los momentos de angustia y pena que he vivido, lo que me hizo daño fue la manera en la que reaccioné a ellos.   Repasar e interpretar lo vivido puede mostrar distintas aristas dependiendo del momento en el que se vuelve a ello.   A veces pienso...

Equilibrio.

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    Lloré desconsolada por un gorrión que vi esconderse entre las ramas del limonero en medio de la oscuridad.    La presencia del gorrión era habitual desde días antes, él se alimentaba en el jardín junto a otras aves silvestres. Por lo maltratado de su plumaje era fácil adivinar que estaba en el invierno de su vida. Su vuelo era bajo, pausado y se tomaba su tiempo elijiendo las mejores semillas.   En un par de ocasiones intenté poner al gorrión en resguardo. No era la primera vez que aves de avanzada edad venían al jardín usando sus últimas fuerzas para alimentarse. A ellas las tomaba entre mis manos para luego resguardarlas en casa. Mi intención con esas aves siempre ha sido acogerlas para que en sus últimas horas o días estén en un lugar cálido, con agua y alimento a su disposición.   No sé si hago bien o me equivoco con ese gesto, no sé si la Madre Naturaleza ve este acto como una intromisión a sus designios.   Fue hasta bien avanzada la noche que...

Sosiego.

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    Escucho el murmullo del agua y el rumor del viento.   Más allá, distingo la conversación de las aves que se equilibran entre las ramas. Algunas alzan su canto por encima de las copas mientras otras emprenden el vuelo buscando refugio antes de que la niebla caiga y lo inunde todo.   Es fácil perder el sentido del tiempo cuando los relojes se convierten en objetos inútiles.   El frío va rodeando mi cuerpo en un abrazo que aprisiona. Me pregunto si la humedad que percibo en mi rostro es el rastro de partículas de agua condensadas sobre mi piel, o son lágrimas que van cayendo en silencio.   Mi cuerpo será alimento: se desintegrará hasta los huesos y de él crecerán plantas, hongos, musgo y flores.    La muerte, de nuevo, da paso a otra vida.   Los últimos latidos llegan y los pensamientos se van adormeciendo. No me resisto a lo que vendrá.   Así, en la quietud y la oscuridad, de pronto todo cobra sentido. Texto: Kena Rosas. ©Todos los der...