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Mostrando entradas de junio, 2021

Corazón.

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    Dicen que el tamaño del corazón corresponde al del puño. ¿Cómo puede ser eso? Si en ese órgano están guardados los sentimientos, ¿cómo es que en ese espacio que lo limita pueden sentirse mundos enteros? Quizá, su profundidad no se encuentra en sus medidas sino en los latidos que dan y constituyen vida.   Mi corazón siente y vuela libre, fiel a su naturaleza agreste resistiéndose a ser enjaulado.   Hablo con él, le doy advertencias que no siempre desea oír.    Mi corazón a veces responde diciendo que desea obtener estabilidad, sabe que eso es solamente una ilusión porque el cambio es continuo. Somos seres en constante evolución, nos guste o no.   Mi corazón, aunque de tamaño pequeño, no anhela el descanso, es eficaz en su trabajo y, al mismo tiempo, sueña y vuela convertido en gorrión. Él deja que se escuche claramente su canto sin quitarse de encima lo que siente, ni siquiera el amor. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Amanece.

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    Mi silencio tiene poco que ver con enfrentarme a una hoja en blanco y no saber qué escribir. Ocurre solamente que mi mente se ha encontrado en otro sitio, un poco distraída, distante, orbitando entre pensamientos dispares.   Mi cuerpo se va quitando, poco a poco, la pesadez de la inmovilidad que le ha hecho pasar mi mente. Va despertando y muy despacio comienza a sentir el calorcito que gana espacio al frío que antecede al amanecer.   El sol abraza gentilmente con sus primeros rayos dando una sensación placentera a mi piel.   Cuerpo, mente y espíritu vuelven a alinearse en esperanza con la promesa de actuar en congruencia.   Soy predecible, tanto como el solsticio inminente.   En el día más largo del año, me apropio de esa luz extra para que me haga compañía, para traerla a colación cada noche que amenace con perderme. Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.

Insomnio.

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    Durante las horas que no puedo dormir, en los intervalos marcados por el reloj, pienso en los cambios que ha experimentado mi vida en el último año. Es lo más mundano repasar ideas acerca de la vida, el amor, el universo o el insomnio.    No recuerdo mi última noche en blanco, se ha hecho costumbre recibir el amanecer con los ojos abiertos y evitar el sueño con café cargado mientras dura el día.    Necesito parar, desconectar por unas horas, olvidar el futuro incierto, el temor a la cercanía, el hartazgo del encierro, el cansancio acumulado y la tristeza de la pérdida.   Quizá debería dejar de pensar e imaginar tanto cuando estoy despierta.   Quizá debería darme la oportunidad de entregarme a una noche de sueños azarosos, imprudentes e insensatos.    Texto: Kena Rosas. ©Todos los derechos reservados.